miércoles, 25 de junio de 2014

El Hombre en el mundo

Como a cada lunes, reunimos en el centro Fraternidad Humana para estudiar El Evangelio Según el Espiritismo, la lectura fue "El hombre en el mundo" y la compartimos con todos vosotros.
 Un sentimiento de piedad debe en todo momento 
animar el corazón de los que se reúnen bajo el amparo del 
Señor e imploran la asistencia de los Espíritus buenos. 
Purificad, pues, vuestros corazones. No permitáis que en 
él se aloje ningún pensamiento mundano o fútil. Elevad 
vuestro espíritu hacia aquellos a quienes convocáis, 
a fin de que, al encontrar en vosotros las disposiciones 
necesarias, puedan esparcir en abundancia la semilla que 
debe germinar en vuestros corazones y producir en ellos 
frutos de caridad y de justicia.
Sin embargo, no creáis que exhortándoos sin cesar 
a la oración y a la evocación mental, os comprometemos a 
que llevéis una vida mística, que os coloque al margen de 
las leyes de la sociedad donde estáis condenados a vivir. De 
ninguna manera; vivid con los hombres de vuestra época, 
como deben vivir los hombres. Renunciad a las necesidades, 
aun a las frivolidades cotidianas; pero hacedlo con un 
sentimiento de pureza que pueda santificarlas.
Estáis llamados a tomar contacto con almas de 
diversa índole, de caracteres opuestos: no choquéis con 
ninguno de aquellos con quienes os encontréis. 
Sed alegres. sed felices; pero que vuestra alegría sea la que proviene 
de una conciencia recta, y que vuestra felicidad sea la del 
heredero del Cielo que cuenta los días que faltan para que 
tome posesión de su herencia.
La virtud no consiste en revestirse de un aspecto 
lúgubre y severo, ni en rechazar los placeres que vuestra 
condición humana os permite. Basta con que dediquéis 
todos los actos de vuestra vida al Creador, que os ha dado 
esa vida. Basta con que, cuando empecéis o acabéis una 
obra, elevéis vuestro pensamiento a ese Creador y le pidáis, 
en un impulso del alma, ya sea su protección para alcanzar 
el éxito, o su bendición por la obra concluida. Sea lo que 
fuere que hagáis, remontaos al origen de todas las cosas. 
Nunca hagáis nada sin que el recuerdo de Dios venga a 
purificar y santificar vuestros actos.
La perfección reside por completo, como lo ha dicho 
Cristo, en la práctica de la caridad absoluta. No obstante, 
los deberes de la caridad se extienden a todas las posiciones 
sociales, desde la más pequeña hasta la más grande. El 
hombre que viviese aislado no tendría cómo practicar la 
caridad. Solamente en contacto con sus semejantes, en las 
luchas más penosas, encuentra él la ocasión de llevarla a 
cabo. Así pues, aquel que se aísla, se priva voluntariamente 
del más poderoso medio de perfeccionarse. Si no tiene que 
pensar más que en sí mismo, su vida es la de un egoísta. 
(Véase el Capítulo V, § 26.)
No imaginéis, por consiguiente, que para vivir en 
comunicación constante con nosotros, para vivir bajo el 
amparo de Dios, sea preciso que os mortifiquéis con el cilicio 
y os cubráis de cenizas. No y otra vez no. Sed felices de 
acuerdo con las necesidades de la humanidad. Pero que en 
vuestra felicidad nunca entre un pensamiento o un acto que
 pueda ofender al Señor o hacer que se empañe el rostro de 
los que os aman y dirigen. Dios es amor y bendice a los que 
aman santamente. (Un Espíritu protector. Burdeos, 1863.)

¡A todos que queráis participar en este estudio es solo acercarse, que estaremos encantados de compartir y aprender con usted. Todos los lunes a las 11:00h, o seguirnos por el blog.  ¡Un fuerte abrazo y hasta el próximo lunes!