lunes, 27 de octubre de 2014

EVANGELIO EN EL CENTRO


NADIE PUEDE VER EL REINO DE DIOS SI NO NACIERRE DE NUEV

Todos los lunes a las 11.00h en nuestro centro!

Resurrección y reencarnación. - Lazos de familia fortificados por la reencarnación y rotos por la unidad de existencia. - Instrucciones de los espíritus: Límites de la encarnación. - ¿La encarnación es un castigo?
Resurrección y reencarnación
1. Y vino Jesús a las partes de Cesárea de Philippo, y preguntaba a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el hijo del Hombre? - Y ellos respondieron: los unos que Juan el Bautista, los otros que Elías, los otros que Jeremías, o uno de los profetas. - Y Jesús les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? - Respondió Simón Pedro, y dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. - Y respondiendo Jesús le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan; porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. (San Mateo, capítulo XVI, v. de 13 a 17; San Marcos, cap. VIII, v. de 27 a 30).
2. Y llegó a noticia de Herodes el Tetrarca todo lo que hacia Jesús, y quedó como suspenso, porque decían algunos: Que Juan ha resucitado de entre los muertos; y otros: Que Elías había aparecido; y otros: Que un profeta de los antiguos había resucitado. - Y dijo Herodes: Yo degollé a Juan. ¿Quién, pues, es este de quien oigo tales cosas?, y procuraba verlo. (San Marcos, capítulo VI, v. 14 y 15; San Lucas, cap. IX, v. 7, 8 y 9).
3. (Después de la transfiguración). Y sus discípulos le preguntaron, y le dijeron: ¿Pues por qué dicen los escribas que Elías debe venir primero? Y él les respondió y dijo: Elías, en  verdad, ha de venir y restablecerá todas las cosas. - Pero os digo que ya vino Elías, y no le conocieron, antes hicieron con él cuanto quisieron. Así también ellos harán padecer al hijo del hombre. - Entonces entendieron los discípulos, que de Juan el Bautista les había hablado. (San Mateo, capítulo XVII, v. 10 a 13; San Marcos, cap. IX, v. 10, 11 y 12).

4. La reencarnación formaba parte de los dogmas judáicos, bajo el nombre de resurrección; sólo los sa duceos, que pensaban que todo concluía con la muerte, no creían en ella. Las ideas de los judíos en este punto, como en muchos otros, no estaban claramente definidas, porque sólo tenían nociones vagas e incompletas sobre el alma y sus lazos con el cuerpo. Creían que un hombre que había vivido podía volver a vivir, sin explicarse con precisión la manera cómo esto podía su ceder; designaban con la palabra resurrección, lo que el Espiritismo llama más juiciosamente reencarnación. En efecto, la resurrección supone la vuelta a la vida al cuerpo que está muerto, lo que la ciencia demuestra ser materialmente imposible, sobre todo cuando los elementos de su cuerpo están dispersos y absortos des pués de mucho tie mpo; la reencarnación es la vuelta del alma o del espíritu a la vida corporal, pero en otro cuerpo nuevamente formado para él y que nada tiene de común con el antiguo. La palabra resurrección podía de este modo, aplicarse a Lázaro, pero no a Elías ni a los otros profetas. Si, pues, según su creencia, Juan Bautista era Elias, el cuerpo de Juan no podía ser el de Elías, puesto que se había visto a Juan niño y se conocía a su padre y a su madre. Juan podía, pues, ser Elías reencarnado, pero no resucitado.

5. Y había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo, príncipe de los judíos. - Este vió a Jesús de noche, y le dijo: Rabbi, sabemos que eres maestro venido de Dios porque ninguno puede hacer estos milagros, que tú haces, si Dios no estuviera con él.

Jesús le respondió, y le dijo: En verdad, en verdad te digo, "que no puede ver el reino de Dios si no aquel que renaciere de nuevo".  Nicodemo le dijo: ¿Cómo un hombre puede nacer siendo viejo? ¿por ventura puede volver al vientre de su madre y nacer otra vez?

Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo, que no puede entrar en el reino de Dios, si no aquel que fuere renacido de agua y de Espíritu Santo. Lo que es nacido de carne, carne es: y lo que es nacido de espíritu, espíritu es. - No te maravilles, porque te dije: os es necesario nacer otra vez. - El espíritu donde quiere, sopla; y oyes su voz: mas no sabes de donde viene, ni adondé va; así es todo aquel que es nacido de espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? - Respondió Jesús y le dijo: ¿Tú eres maestro de Israel y esto ignoras? - En verdad, en verdad te digo: que lo que sabemos, eso hablamos, y lo que hemos visto, atestiguamos, y no recibís nuestro testimonio. - Si os he dicho cosas terrenas, y no las creéis, ¿cómo creeréis, si os dijese las celestiales? (San Juan, capítulo III, v. de 1 a 12).

tos para llegar a Dios. Si hay algunos que tuercen el camino, retardan su adelanto y su felicidad, pero no se ha perdido toda la esperanza; ayudados, animados y sostenidos por los que les aman, saldrán un día del cenagal en donde se metieron. Con la reencarnación, en fin, hay solidaridad perpetua entre los encarnados y desencarnados y de aquí viene que se estrechan más los lazos de afecto.

7. Estas palabras: "si no aquél que fuere renacido de agua y de Espíritu Sant o", hansidointerpretadasenelsentidodelaregeneraciónporelaguadelbautis mo;peroel texto primitivo dice simplemente "de agua y del espíritu"; mientras que en ciertas traducciones se ha substituído Espíritu por Espíritu Santo, lo que no está conforme con el mismo pensamiento. Este pun to principal sobresale en los primeros comentarios he- 8. Para comprender el verdadero sentido de esas palabras, es menester referirse a la significación de la palabra agua, que no se emplea en su acepción pro pia. Los conocimientos que los antiguos tenían sobre las ciencias físicas eran muy imperfectos; creían que la tierra había salido de las aguas, y por esto considera ban el agua como elemento generador absoluto; así es que en el Génesis se dice: "El espíritu de Dios era llevado sobre las aguas; flotaba sobre las aguas; - Que el firmamento fué hecho en medio de las aguas; - Que las aguas que están bajo del cielo se junten en un solo punto y que el elemento árido aparezca; -Que las aguas produzcan los animales vivientes que nadan en el agua, y los pájaros que vuelan sobre la tierra y bajo el firmamento".

Según esta creencia, el agua venía a ser el símbolo de la naturaleza material, como el espíritu era el de la naturaleza inteligente. Las palabras: "Si el hombre no renace del agua y del espíritu, o en agua y en es píritu", significan, pues "Si el hombre no vuelve a nacer con su cuerpo y su alma". En este sentido fueron comprendidas al principio.

Esta interpretación está, además, justificada con estas palabras: "Lo que es nacido de carne, carne es; y lo que es nacido de espíritu, espíritu es". Jesús hace aquí una distinción positiva entre el espíritu y el cuer po. "Lo que es nacido de carne, carne es", indica cla ramente que el cuerpo sólo procede del cuerpo, y que el espíritu es independiente del cuerpo.

                                     

9. "El espíritu donde quiere, sopla y oyes su voz: mas no sabes de dónde viene, ni a dónde va", puede  entenderse del "espíritu de Dios" que da vida a quien quiere o "del alma del hombre"; en esta última acep ción: "No sabes de dónde viene, ni a dónde va", signi fica que no se conoce lo que ha sido, ni lo que será el espíritu. Si el espíritu o alma fuese creada al mismo tiempo que el cuerpo, se sabría de donde viene, puesto que se conocería su principio. En todo caso este pasaje es la consagración del principio de la preexistencia del alma, y por consiguiente de la pluralidad de existencias.

10. Y desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos padece fuerza y los que se la hacen lo arrebatan. - Porque todos los profetas y la Ley hasta Juan profetizaron. - Y si queréis recibir, "él es aquel Elias que ha de ve- nir". - El que tiene orejas para oír, oiga. (San Mateo, cap. XI, v. de 12 a 15).

11. Pero si el principio de la reencarnación expre sado en San Juan, podía en rigor ser interpretado en un sentido puramente místico, no sucedería lo mismo en el pasaje de San Mateo referido, que está sin equí voco posible: "El es aquel Elías que ha de venir"; aquí no hay figura ni alegoría; es una afirmación positiva. - "Y desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos padece fuerza". ¿Qué significan estas palabras, puesto que Juan Bautista vivía aún en aquel momento? Jesús las explica claramente diciendo: "Si queréis recibir, él es aquel Elías que ha de ve nir". No siendo Juan otro que Elías, Jesús hacia alu sión al tiempo en que Juan vivía bajo el nombre de Elías. "Hasta ahora el reino de los cielos padece fuerza", es otra alusión a la violencia de la ley mosaica que or denaba el exterminio de los infieles para ganar la Tie rra de Promisión, paraíso de los hebreos, mientras que según la nueva ley, el cielo se gana con la caridad y el amor.

Después añade: "El que tenga orejas para oír, oiga". Estas palabras, tan a menudo repetidas por Jesús,  prueban claramente que no todos estaban en estado de comprender ciertas verdades.

12. "Vivirán de nuevo tus muertos", mis muertos resucitarán; despertáos, y dad alabanza los que moráis en el polvo; porque tu rocío es rocío de luz. Y la tierra de los gigantes la reducirás a ruina. (Isaías, cap. XXVI, v. 19).

13. Este pasaje de Isaías, también es explícito: "Vivirán de nuevo tus muertos". Si el profeta hubie se querido hablar de la vida espiritual, si hubiese que rido decir que aquellos que se había hecho morir no estaban muertos en espíritu, hubiera dicho "aun viven" y no "vivirán de nuevo". En el sentido espiritual, esas palabras no tendrían sentido; puesto que implicarían una interrupción en la vida del alma. En el sentido de "regeneración moral", son la negación de las penas eternas, puesto que establecen en principio el que "todos aquellos que están muertos, volverán a vivir".

14. Mas el hombre después que haya muerto, y despojado que sea y consumido, ¿dime dónde está? - ¿Crees, por ventura, que muerto un hombre tornará a vivir? Todos los días de mi presente milicia, estoy esperando hasta que llegue mi mudanza. (Job, Cap. XIV, v. 10, 14. Scio).

Mas cuando un hombre ha muerto una vez, que su cuerpo separado de su espíritu está consumido, ¿qué es de él? - El hombre estando muerto una vez, ¿podría acaso vivir de nuevo? En esta guerra en que me encuentro todos los días de mi vida, espero que mi cambio llegará (Id. traducción de Sacy).

Cuando el hombre muere pierde toda su fuerza, expira ¿después, en dónde está? - Si el hombre muere ¿volverá a vivir? Esperaré todos los días de mi combate hasta que llegue algún cambio. (Id. traducción protestante de Osterwald).

Cuando el hombre es muerto, vive siempre; concluyendo los días de mi existencia terrestre esperaré porque volveré a ella de nuevo. (Id versión de la iglesia griega).

15. El principio de la pluralidad de existe ncias, está claramente expresado en estas cuatro versiones. No se puede suponer que Job quisiese hablar de la regeneración por el agua del bautismo, que ciertamente  justificar todas las anomalías y todas las injusticia aparentes que presenta la vida (1). Sin el principio de la preexistencia del alma y de la pluralidad de existencias, la mayor parte de las máxi mas del Evangelio son ininteligibles; por esto dieron lugar a

interpretaciones tan contradictorias: ese prin cipio es la clave que debe restituirles su verdadero sentido.

Los lazos de familia fortificados por la reencarnación y rotos por la unidad de existencias


18. Los lazos de familia no son destruidos por la reencarnación como creen ciertas personas; al contrario, se fortifican y estrechan: el principio opuesto es el que los destruye.

Los espíritus en el espacio forman grupos o fami lias unidas por el afecto, la simpatía y la semejanza de inclinaciones; esos espíritus felices porque están jun tos, se buscan; la encarnación sólo les separa momentáneamente, porque después que vuelven a la erraticidad se encuentran como los amigos al regresar de un viaje. También se siguen muchas veces en la encarna ción, en la que se reúnen en una misma familia, o en un mismo centro, trabajando juntos para su mutuo ade lanto. Si los unos están encarnados y los otros no, no están menos unidos por el pensamiento; los que están libres velan por los que están cautivos; los más ade lantados procuran hacer progresar a los rezagados. Después de cada existencia, han dado un paso en el camino de la perfección; cada vez menos unidos a la materia, su afecto es más vivo, por lo mismo que es más puro, y que ya no es turbado por el egoísmo ni por la obscuridad de las pasiones. De este modo pueden re- correr un número ilimitado de existencias corporales, sin que nada perturbe su mutuo afecto.

Se comprende que hablamos ahora del afecto real de alma a alma, único que sobrevive a la destrucción del cuerpo, porque los seres que no se unen en la tierra sino por los sentidos, no tienen ningún motivo de buscarse en el mundo de los espíritus. Sólo son duraderos los afectos espirituales; los carnales se extinguen con la causa que los ha ocasionado, pero esta causa no existe en el mundo de los espíritus, mientras que el alma existe siempre. En cuanto a las personas unidas por el sólo móvil del interés, no son realmente nada la una para la otra; la muerte las separa en la tierra y en el cielo.

19. La unión y el afecto que existen entre parien tes, son indicio de la simpatía anterior que les ha apro ximado; por esto se dice, hablando de una persona cuyo carácter, gustos e inclinaciones no tienen ningu na semejanza con sus allegados, que no es de la familia. Cuando se dice esto se dice más verdad de lo que se cree. Dios permite en las familias estas encarnaciones de espíritus antipáticos o extraños con el doble objeto de servir de prueba para los unos y de medio de adelanto para los otros. Además, los malos se mejoran poco a poco con el contacto de los buenos y por los cui dados que de éstos reciben; su carácter se suaviza, sus costumbres se purifican, las antipatías se deshacen, y así es como se establece la fusión entre las diferentes categorías de espíritus, como en la tierra se establece entre las razas y los pueblos.

20. El temor que se tiene por el aumento indefini do del parentesco a consecuencia de la reencarnación, es un temor egoísta, y prueba de que no se siente un amor bastante grande para tenerlo a un gran número de personas. Un padre que tiene muchos hijos, ¿acaso no les ama tanto como si tuviera uno? Pero tranquilícense los egoístas: ese miedo no es fundado. De que  haya un hombre que haya tenido diez encarnaciones, no se seguirá por esto que ha de encontrar en el mundo de los espíritus diez padres, diez madres, diez mujeres y un número proporcionado de hijos y de nuevos pa rientes; encontrará siempre los mismos objetos de su afecto, que se le habrán unido en la tierra con títulos diferentes, y aun puede ser con el mismo.

21. Veamos ahora las consecuencias de las doctri nas de la no reencarnación. Esta doctrina anula necesariamente la preexistencia del alma, siendo las almas creadas al mismo tiempo que el cuerpo, no existe entre ellas ningún lazo anterior; son completamente extrañas unas a otras; el padre se extrañó a sus hijos; la fi liación de las familias se encuentra de este modo redu cida a la sola filiación corporal, sin ningún lazo espiritual. Nohay,pues,ningúnmotivoparavanagloriarsedehabertenidopor antepasados tales o cuales perso najes ilustres. Con la reencarnación, antepasados y des - cendientes pueden ser conocidos, haber vivido juntos, haberse amado y encontrarse reunidos más tarde para estrechar sus lazos simpáticos.

22. Esto es en cuanto al pasado. En cuanto al porvenir, según uno de los dogmas fundamentales que se desprende de la no reencarnación, la suerte de las almas está irrevocablemente fijada después de una sola exis tencia; fijar definitivamente la suerte, implica la cesa ción de todo progreso, porque si hay algún progreso, no hay suerte definitiva, según vivieron bien o mal, van inmediatamente a la morada de los bienaventurados o al infierno eterno; de este modo están "separados para siempre y sin esperanza de unirse jamás", de tal modo, que padres, madres e hijos, maridos y mujeres; hermanos, hermanas y amigos, nunca están ciertos de volverse a ver; esta es la rotura más absoluta de los lazos de familia. Con la reencarnación y el progreso, que es su consecuencia, todos los que se han amado se encuentran en la tierra y en el espacio, y marchan jun- tos para llegar a Dios. Si hay algunos que tuercen el camino, retardan su adelanto y su felicidad, pero no se ha perdido toda la esperanza; ayudados, animados y sostenidos por los que les aman, saldrán un día del cenagal en donde se metieron. Con la reencarnación, en fin, hay solidaridad perpetua entre los encarnados y desencarnados y de aquí viene que se estrechan más los lazos de afecto.

23. En resumen, cuatro alternativas se presentan al hombre para su porvenir de ultratumba; 1a la nada, según la doctrina materialista; 2a la absorción en el todo universal,segúnladoctrina panteista;3alaindividualidadconfijacióndefinitivadela suerte; según la doctrina de la iglesia; y 4a la individualidad con pro gresión indefinida, según la doctrina espiritista. Según las dos primeras los lazos de familia se rompen después de la muerte, y no queda ninguna esperanza de volver-se a encontrar; con la tercera, pueden volverse a ver con tal que estén en un mismo centro, y este centro puede ser el infierno o el paraíso; con la cuarta, o sea con la pluralidad de existencias, que es inseparable del progreso gradual, hay certeza en la continuidad de re laciones entre los que se han amado, y esto es lo que constituye la verdadera familia. 

domingo, 5 de octubre de 2014

Excursión a La Salut, Sabadell

Siembra Fecunda

Al calor de las manos unidas
En la siembra del bien y el amor
Los eriales del  mundo florecen
Y del cielo si expande la voz.

Del Maestro Kardec la doctrina
Por doquier se hace luz de esperanza,
A los hombres uniendo en el bien
Y la lucha contra la falacia.

Nuestro credo inmortal es noticia
Cada día en todo momento,
Y se abre camino y avanza
La ignorancia y el mal combatiendo

Recorriendo el angosto camino
Del escarnio y la burla mordaz,
A logrado imponerse a los dogmas
Y triunfar de las sombras y el mal.

Nuestro afán es servirle y amarle,
Nuestro esfuerzo común en la lucha,
Hoy nos haces sentirnos dichosos,
Más fraternos y unidos que nunca.

Hoy vibramos de alegría,


Hoy las horas amargas no cuenta,
Lo que cuenta es el bien que sembramos
Sin pensar en la recompensa

¿Qué mejor recompensa que amarnos
Y poder comprobar cada día
Que la siembra de nuestros afanes
Se hacen grano fecundo en la espiga?

¿Quién nos puede dar más por tan poco­?
Pues por mucho que demos, hermanos,
No alcanzamos las cotas divinas
Que la siembra del bien nos da en pago.

Dios es Padre de Amor generoso
Y jamás abandona sus hijos,
Dando ciento por uno al que luchas
Por un mundo más justo y más digno.

Con las manos unidas sembrando
Del Maestro Kardec  la doctrina,
Seguiremos luchando hasta el fin
Para hacer más hermosa la vida.
 

Porque el hombre de Dios no reniegue
Y le preste atención a su alma.
Porque sepa que tiene un pasado.  
Porque sepa que tiene un mañana.

Por un mundo más justo y más digno,
Porque todos amemos a Dios
Porque las manos se unan
En la siembra del bien y del amor.

Poema de José Martinez
Fuente: Libro ¨Recopilación de poesías Espirituales¨ Autora Carmen Martin.