Justicia de las aflicciones. - Causas actuales de las afliccio nes. - Causas anteriores de las afliccionies. - Olvido del pasado. Motivos de resignación - El suicidio y la locu ra. - Instrucciones de los espíritus: Sufrir bien y sufrir mal. - El alma y el remedio. - La felicidadnoesdeestemundo.-Pérdidadelaspersonasqueridas.-Muertespre maturas - Si hubiese sido un hombre de bien, hubiera muerto. - Tormentos voluntarios. - Desgracia real. - Melancolía. - Pruebas voluntarias. - Verdadero cilicio. - ¿Debe ponerse término a las pruebas del prójimo? - ¿Es permitido abreviar la vida de un enfermo que sufre sin esperanza de curación? - Sacrificio de la propia vida. - Provecho de los sufrimientos por otro.
Justicia de las aflicciones
1. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. - Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. - Bienaventurados los que padecen persecuciones por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. (San Mateo, cap. V, v. 5, 6 y 10).
2. Y El, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. - Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque hartos seréis. - Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis (San Lucas, cap. VI, v. 20 y 21).
Mas ¡ay de vosotros los ricos, porque tenéis vuestro consuelo! - ¡Ay de vosotros los que éstáis hartos, porque tendréis hambre! - ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis! (San Lucas, cap. VI, v. 24 y 25).
3. La compensación que Jesús promete a los afligi dos de la tierra, no puede tener lugar sino en la vida futura; sin la seguridad del porvenir, esas máximas no tendrían sentido, oserían,mejordicho,unenganño.Aunconestacertezadifícilmentese comprende la utilidad de sufrir para ser feliz. Se dice que se hace para tener más mérito; pero entonces se pregunta uno: ¿por qué los unos sufren más que los otros?, ¿por qué los unos nacen en la miseria y los otros en la opulencia, sin haber hecho nada para justificar esta posesión?, ¿por qué a los unos nada les sabe bien, mientras a los otros todo parece sonreirles? Pero lo que aún se comprende menos es el ver los bienes y los males tan desigualmente distribuídos entre el vicio y la virtud, y ver a los hombres virtuosos sufrir al lado de los malos que prosperan. La fe en el porvenir puede consolar y hacer que se tenga paciencia; pero no explica esas anomalías que parecen desmentir la justicia de Dios.
Causas actuales de las aflicciones
4. Las vicisitudes de la vida son de dos clases, o si se quiere, tienen dos origenes muy diferentes que conviene distinguir: las unas tienen la causa en la vida presente, y las otras fuera de esta vida.Remontándonos al origen de los males terrestres, se reconocerá que muchos son consecuencia natural del carácter y de la conducta de aquellos que los sufren. ¡Cuántos hombres caen por su propia falta! - Cuántos son victimas de su imprevisión, de su orgullo ydesuambición!-¡Cuántaspersonasarruinadasporfaltadeorden,de perseverancia, por no tener conducta o por no haber sabido limitar sus deseos! - ¡Cuántas uniones desgraciadas, porque sólo son cálculo del in terés o de la vanidad, y en las que para nada entra el corazón! - ¡Cuántas disenciones y querellas funestas se hubieran podidoevitarconmásmoderaciónymenossusceptibilidad!-¡Cuántas enfermedades y dolencias son consecuencia de la intemperancia y de los excesos de todas clases! - ¡Cuántos padres son desgraciados por sus hijos porque no combatieron las malas tenden cias de éstos en su principio! Por debilidad o indiferencia han dejado desarrollar en ellos los gérmenes del orgullo, del egoísmo y de la torpe vanidad que secan el corazón, y más tarde, recogiendo lo que sembraron, se admiran y se afligen de su faltadedeferenciaydesuingratitud.Preguntenfríamenteaconcienciatodos aquéllos que tienen herido el corazón por las vicisitu des y desengaños de la vida; remóntense paso a paso al origen de los males que les afligen, y verán si casi siempre podrán decirse: "Si yo hubiese o no hubiese hecho tal cosa, no me encontraría en tal posición". ¿A quién debe, pues, culparse de todas estas aflicciones, sino a sí mismo? Así es como el hombre, en un gran número de casos, es hacedor de sus propios infortu nios, pero en vez de reconocerlo, encuentra más sen cillo y menos humillante para su vanidad, acusar a la suerte, a la Providencia, al mal éxito, a su mala estre lla, siendo así que su mala estrella es su incuria o su ambición.
5. La ley humana alcanza a ciertas faltas y las cas tiga; el condenado puede, pues, decir que sufre la consecuencia de lo que ha hecho; pero la ley no alcanza ni puede alcanzar a todas las faltas; castiga más es pecialmente aquellas que causan perjuicio a la sociedad y no aquellas que dañan a los que las cometen. Sin embargo, Dios qu iere el progreso de todas las criaturas; por esto no deja impune ningún desvío del ca mino recto; no hay una sola falta, por ligera que sea, una sola infracción a su ley, que no tenga consecuencias forzosas e inevitables, más o menos desagradables; de donde se sigue que, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes, el hombre es siempre castigado por donde ha pecado. Los sufrimientos, que son su consecuencia, le advierten de que ha obrado mal, le sirven de experiencia, le hacen sentir la diferencia del bien y del mal y la necesidad de mejorarse para evitar en lo sucesivo lo que ha sido para él origen de pesares; sinestonohubieratenidoningúnmotivodecorregirse;confiandoenla impunidad, retardaría su adelanto, y por consiguiente su felicidad futura.
Pero la experiencia viene algunas veces un poco tarde, cuando la vida está
gastada yturbada,cuandolasfuerzasestándebilitadasycuandoelmalnotiene
remedio. Exclama el hombre: Si al principio de la vida hubiese sabido lo que sé ahora,
¡cuántos pasos falsos hubiera evitado! ¡"Si tuviera que empezar ahora", me conduciría
de muy distinto modo, pero ya no es tiem po! Así como el operario perezoso dice: He
perdido mi jornal, él también dice: He perdido mi vida; pero así como para el jornalero
el sol sale al día siguiente y empieza un nuevo día que le permite reparar el tiem po
perdido, también para él, después de la noche de la tumba, resplandecerá el sol de una
nueva vida en la que podrá valerle la experiencia del pasado y sus bue nas resoluciones
para el porvenir.
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