sábado, 16 de mayo de 2015

SED PERFECTOS. CARACTERES DE LA PERFECCIÓN.

En el Evangelio realizado esta semana en nuestro centro, nos ha tocado empezar un nuevo capítulo, Sed perfectos; en el cual hemos leído y debatido su primer apartado, Caracteres de la perfección.

Caracteres de la perfección
1. Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian y orad por los que os persiguen y calumnian; porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si tan sólo saludáis a vuestros hermanos, ¿qué hacéis más que los otros? ¿No hacen esto mismo los paganos? -"Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto". (San Mateo, cap. V, v. 44, 46, 47 y 48.)

2. Puesto que Dios posee la perfección infinita en todas las cosas, esta máxima: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto", tomada literalmente supondría la posibilidad de alcanzar la perfección absoluta. Si le fuese dable a la criatura el ser también perfecta como el Creador, sería igual a Él, lo que es inadmisible. Pero los hombres a quienes se dirigía Jesús no habrían comprendido esta
diferencia, y por eso se limita a presentarles un modelo y les dice que se esfuercen para alcanzarlo.

Es, pues, preciso entender por estas palabras la perfección relativa de la que la Humanidad es susceptible y que más la aproxima a la Divinidad. ¿En qué consiste esta perfección? Jesús lo dijo: "Amad a vuestros
enemigos, haced bien a los que os odian, orad por los que os persiguen y calumnian". Él muestra con esto que la esencia de la perfección es la caridad en su más alta acepción, porque ella implica la práctica de todas las demás virtudes.

En efecto, si se observan los resultados de todos los vicios y aun de los simples defectos, se reconocerá que no hay uno siquiera que no altere más o menos el sentimiento de la caridad, porque todos tienen su principio en el egoísmo y en el orgullo, que son su negación; porque todo aquello que sobreexcita el sentimiento de la personalidad, destruye, o al menos debilita, los elementos de la verdadera caridad, que son la benevolencia, la indulgencia, la abnegación, y el afecto. El amor al prójimo llevado hasta el amor de los enemigos, no pudiéndose unir con ningún defecto contrario a la caridad, es, por lo mismo, indicio de mayor o menor superioridad moral; de donde resulta que el grado de perfección está en razón directa de la extensión de este amor; por esto Jesús, después de haber dado a sus discípulos las reglas de caridad en lo que tienen de más sublime, les dijo: "Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto".


La práctica de la caridad, en su más amplia acepción, constituye el único camino para la conquista de la perfección. Se manifiesta en el amor al prójimo extensivo a nuestros enemigos; en hacer el bien a los que nos odian; en orar por los que nos persiguen y calumnian.

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